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Volvió a aquél momento, al
instante en que Liu comenzó a mover sus caderas, adelante y atrás, al tiempo
que sus dedos apresaban el clítoris endurecido y su propio sexo amenazaba con
reventar la cremallera del pantalón. Los suaves gemidos de la muchacha lo
ponían más a punto, tanto o más que sus movimientos que, a pesar de ansiosos,
no dejaban de ser delicados, casi etéreos.
Se pegó a su espalda y la apretó
contra su cuerpo, aguijonándola con su miembro enhiesto; deslizó los dedos por
esa piel húmeda y suave, desde su vientre plano a sus pezones erectos, al
tiempo que su boca se hundía en el hueco de su cuello y su lengua serpenteaba
dejando un rastro húmedo de saliva. Aceleró el movimiento de sus dedos,
mientras se frotaba contra sus nalgas, y la hizo llegar a un orgasmo intenso;
con rapidez liberó su miembro inflamado y dolorido, la tomó por la cintura y la
penetró con fuerza mientras ella le lamía los dedos con los que la había
masturbado disfrutando, al parecer, de su propio sabor. Aun hoy podía sentir
sus manos enredándose en su pelo, y su cuerpo erguiéndose bajo sus dedos.
Más
tarde, la noche los encontró enredados en sus desnudeces, explorándose de pies
a cabeza, saboreando cada parte de sus cuerpos, entre jadeos y susurros.
Enrique nunca se había topado con una mujer que lo transportara al paraíso como
lo hizo Liu; su lengua se deslizaba por su sexo con una contenida ansiedad, sin
dejar un centímetro de piel por repasar. Así mismo, el sabor de su pálida piel
era diferente, embriagador y adictivo eran los fluidos que bebía con lujuria de
su vagina caliente, húmeda, hambrienta de besos y sexo.
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Las primeras gotas comenzaron a
caer pero permaneció en su sitio, consultó la hora en su reloj y miró una vez
más hacía el cielo encapotado. Un gran trueno resonó haciendo eco en el
parque vacío. Sonrió cuando volvió a sus
recuerdos, a la mañana luego del primer encuentro entre los dos. Resultó una
sesión agotadora y muy gratificante. Al otro día cuando despertó Liu no estaba
a su lado, a sus oídos llegó el sonido del agua de la ducha. Se levantó con
modorra en todo el cuerpo, al instante estaba listo para continuar con lo que
el sueño les había hecho dejar en suspenso. Se metió bajo el agua con ella, se
veía tan seductora así mojada que sus ganas de seguir con los juegos de la
noche se renovaron con más fuerza. Fue allí donde se contaron un poco más de
sus vidas, antes de dejarse envolver por la pasión. Así supo que ella era
estudiante de psicología y que se pagaba los estudios trabajando como modelo;
también que había llegado de Japón hacía más o menos diez años, que le gustaba
el café y que adoraba las tartas de frutillas. Ella, por su parte, se enteró de
que antes de convertirse en fotógrafo soñó con ser director de cine pero que
ahora no cambiaría su profesión por nada en el mundo. Le confesó que era tímido
pero que, increíblemente, siempre había tenido mucha suerte con las mujeres;
que no le gustaba el fútbol y que de vez en cuando le apetecía tomarse alguna
cerveza, pero que era muy malo bebiendo.
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—Apuesto a que estás pensando en
mí—le susurró al oído y luego lamió y mordió el lóbulo de su oreja—. Sé que
solo yo puedo ponerte así, sin necesidad de estar presente.
Enrique cerró los ojos, era
cierto, estaba tan excitado que dolía; ya ni siquiera podía mantenerse dentro
de sus pantalones. Tomó ambas manos y tiró de ella hasta hacerla sentar en su
regazo, a pesar de lo dolorido que se sentía.
—Ya sabes cómo me pones—le dijo a
Liu, que sonreía burlona y se frotaba contra su regazo para hacerle más
insoportable el deseo—. Hace rato que te espero, ¿por qué demoraste tanto?
Cuando nos casamos no me dijiste que podrías llegar a dejarme plantado por alguno
de tus benditos pacientes.
Ella sonrió y lo abrazó, en tanto
las manos de Enrique se perdían bajo su falda. Luego de hacerse varios
arrumacos, que inflamaron aún más la llama de la pasión, se alejaron abrazados
hacia el departamento que compartían.
1 comentario:
Es un relato muy bueno, aunque de estilo distinto. Quiero decir en el tema de la narración :3 Siempre hay una primera vez para todo ^^
Me ha gustado sobre todo por la manera de Enrique de recordar lo sucedido, yendo y viniendo de un tiempo a otro, casi frustrando al lector jajaja :P
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